El equilibrio entre cuidarnos y disfrutar durante el verano

LG

Jun 25, 2025Por Lorena García

Llega el verano, y con él, los días largos, los viajes, las terrazas, las comidas fuera de casa... pero con el verano también empieza un ciclo que se repite cada año, el de restricción-descontrol-compensación.

Este ciclo empieza en primavera con la famosa “operación bikini”. Durante los meses previos al verano, los mensajes para preparar el cuerpo para la playa inundan las redes sociales, revistas y conversaciones cotidianas. Se instauran dietas restrictivas, entrenamientos intensivos y una presión enorme por conseguir un cuerpo ideal, a menudo inalcanzable o incompatible con la salud y el bienestar general.

Posteriormente, durante las vacaciones, nos relajamos y muchas veces dejamos de lado nuestra alimentación habitual, el ejercicio o incluso el descanso. Esto no sería un problema si no viniera seguido de un clásico muy conocido “en Septiembre empiezo la dieta”.

Al finalizar las vacaciones, aparece la culpa por los excesos, te sientes hinchada, cansada y, como consecuencia, se retoman dietas estrictas y se intensifica el ejercicio físico, repitiendo de nuevo el ciclo de "todo o nada".

Este vaivén constante entre restricción y permisividad tiene un impacto profundo, no solo en el cuerpo, también en la relación que mantenemos con la comida y con nuestro bienestar físico y emocional, pero sobre todo con nosotras mismas. Cada vez que nos prometemos "empiezo el lunes”, “después del verano” o “cuando pase esta celebración”, reforzamos la idea de que cuidarnos es una tarea pesada, que requiere esfuerzo constante y que está reñida con disfrutar.

Cómo romper este ciclo y buscar el equilibrio 

La buena noticia es que este ciclo se puede romper, para ello el primer paso es tomar conciencia, pero, ¿cómo?

Escuchando a nuestro cuerpo, las señales de hambre, saciedad y bienestar. Eligiendo alimentos nutritivos mientras disfrutamos de la comida.

Eliminando la culpa, no hay alimentos “buenos” o “malos”, ni días “perfectos” o “perdidos”. Todo forma parte de una vida plena.

Creando rutinas flexibles, hábitos que sean sostenibles a lo largo del tiempo y que se adapten a los diferentes momentos de nuestra vida.

Cuidando de la salud y bienestar integral, poniendo el foco en nuestra energía, estado de ánimo, descanso, calidad del sueño, gestión del estrés, conexiones sociales...

En definitiva, cultivando una relación más amable con la comida, con tu cuerpo y contigo misma.

Disfruta del verano  

Una alimentación consciente en vacaciones no significa controlar todo lo que comes, sino elegir en cada momento qué te apetece, es bueno para tí y te hace disfrutar. Lo más importante, siendo flexible y teniendo en cuenta estos 4 pilares:

 • Mantener una base saludable como alimentación. Aunque comas fuera, intenta que la mayor parte del tiempo tus comidas incluyan frutas, verduras, proteínas, grasas saludables y alimentos frescos.

 • Tener una buena hidratación, ya que el calor y las vacaciones hacen que muchas veces olvidemos beber agua. La hidratación también influye en la energía, digestión e incluso en el estado de ánimo.

 • Hacer ejercicio físico como caminar, nadar, bailar o hacer actividades al aire libre. El movimiento es parte del autocuidado.

 • Descansar y dormir bien. Bajar el ritmo y reducir el estrés impacta de forma positiva en nuestra salud. 

El verano no debería ser una pausa en nuestros hábitos, de hecho, es un buen momento para reforzarlos e incluso crear hábitos saludables que nos acompañen el resto del año. Durante las vacaciones tenemos más tiempo libre, podemos dedicar más tiempo a planificar nuestra alimentación, dormir más y mejor, descansar y reducir el estrés, conectar con la naturaleza o hacer ejercicio al aire libre.

Disfruta del verano, de la comida, del descanso y recuerda que puedes seguir cuidándote durante las vacaciones.

Conseguir el equilibrio con el que cuidarte todo el año 

Este verano, y durante todo el año, puedes elegir salir de este ciclo agotador, las ¨dietas milagro¨ no funcionan, la solución pasa por aprender a cuidarte sin excesos ni restricciones, siguiendo un estilo de vida saludable que se adapte a ti y a tus necesidades.

No se trata de seguir un plan rígido, sino de encontrar un equilibrio en el que los hábitos saludables sean parte de tu día a día, con flexibilidad.

Hazlo por tí, por tu salud, por tu paz mental, por tu bienestar integral.